Seguiré escuchando sus brillantes intervenciones con enérgica personalidad y combativa decisión, dejando siempre claridad meridiana sobre el asunto tratado y dándonos ejemplo de pundonor y altivez.
Quienes pusimos en práctica sus consejos y recibimos con humildad sus enseñanzas, aprendimos a hacer una política de servicio y una vida pública de manos limpias.
Siempre orgulloso de su talante vencía con argumentos a sus «rivales» de ocasión y pasaba orondo entre sus detractores.
Saludaba sin prevención a amigos y desconocidos con sonrisa de donaire, estrechando su mano con vehemencia sin perder la calidez de su jovialidad.
No tenía términos medios, era amigo leal, sincero, grato y solidario con sus amigos y frentero con sus malquerientes.
Se ha ido uno de los grandes y en el horizonte, su reemplazo no se vislumbra. ¿Será que habrá otro siquiera similar? Lo dudo.
Dios y Señor mío, nuestras oraciones por su salud y su recuperación hace días están en tus Santas Manos, no las desheche Señor; tú Padre Santo lo necesitaba en el cielo y allá lo hospedará eternamente.
Te damos gracias Dios Misericordioso por la vida, obra y amistad del Doctor HUGO TOVAR MARROQUÍN.
Bendice con fortaleza a sus familiares a quienes les expresamos (mi familia y yo), nuestros sentimientos de pesar, condolencia y solidaridad.
Nota Política
Doctor HUGO TOVAR MARROQUÍN: ¡Paz en su tumba!
